Mi corazón es de piedra,
anoche algo salió mal,
le di en toda la cabeza a un intrépido menor de edad.
Lo he tenido que arrastrar
pues no ha vuelto a reaccionar,
temo esté muerto el muchacho
pues descansa en absoluta humildad.
Lo corto con un puñal,
lo esparzo por la ciudad,
tenía entrenado el cuerpo,
y bronceado en su totalidad.
No siento remordimientos,
sólo deseos de más,
de haberle dado en el pecho
el verano habría estado genial,
de haberle dado en el pecho
ahora flotaríamos por el litoral central.
De haberle dado en el pecho
ahora yo tendría su edad y el tendría mi edad.