Recorrimos sin callarnos,
conocidos, medio ajenos,
Kansas City caminando,
celebrando aquel estreno.
Y firmamos un contrato
y juramos no romperlo, que decía:
No me quieres, no te quiero.
Te prometo que no te echaré de menos.
Parecíamos novatos,
tan románticos y obscenos,
dibujando garabatos
con mis manos en tu pelo.
Nos mojamos los zapatos,
se mojaron nuestros frenos,
no sabía que ser malo era tan bueno.
Te prometo que no te echaré de menos.
Nos quitamos los prejuicios,
los tiramos por el suelo,
y exploramos los resquicios
de tu cuerpo y de mi cuerpo.
Nos tocamos con los labios,
nos besamos con los dedos,
Nos buscamos justo antes de perdernos.
Te prometo que no te echaré de menos.
Y ahora vuelve la rutina,
a mancharme con silencio,
y recuerdo lo gracioso
que me resultó tu acento.
Me sorprende, aunque sonría,
que estoy llorando por dentro.
Tu nunca sabrás cuánto me arrepiento
de firmar aquel contrato
y de jurarnos no romperlo, que decía:
No me quieres, no te quiero.
Te prometo que no te echaré de menos.
Te prometo que no te echaré de menos.
