Bajo el sol que guiña un ojo,
en esta tarde de polvo y camino,
vengo con el paso retomado
de quien se vuelve a parar.
Voy de un reino a otro
y al resguardo de sus valles me adivino,
vengo desde lejos siempre
y nunca estoy donde debiera estar.
Soy el último siguiente al ir primero,
y el que canta así en la vida su canción
digo, porque luego se me pierde el horizonte
cuando pienso en todo lo que ha sido,
luego tengo y teniéndolo todo
que mudarme de estación.
Vengo a intentar hallar
eso que anhelo y que imagino.
No podía ser de nadie
y aún así, estarías conmigo.
Pero encuentro en tu mirada
el preludio a otra canción,
que me llevaría hasta donde no sé nada
y qué sé yo, si tan sólo soy un pájaro
que te ofreció su amor.
Como dice el verso:
"en tierra extraña, solitario y peregrino",
sigo testarudo estos senderos
viejos y áridos que ves.
Luego te decidas, "ay me sigues"
dice el viento vespertino,
y lo sigo posponiendo
y siento que hasta dejo de crecer.
Si llevó años descifrárselo a esa sombra
del que canta así en la vida esta canción.
¡Qué sería de mí, si no reclamo otro lugar
con ojo atento y con el paso vivo!
¿Cómo me podría llamar a un hombre
si abandonó así razón?
Si he de encontrarme
haciendo más, para notar que existo.
Si cuando acaba el día,
no es siempre como había previsto.
Y si tú así no me quieres,
y si no me esperas más,
y si el aire de mi ausencia
no se puede respirar;
si te llevas tus amores,
que si no eran para mí;
y que maldecir la suerte
del día que nos conocimos
y qué más que este camino
que me trajo que me lleva
y me paseó por aquí.