Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso
un colegio de pago, un compás, una mesa camilla
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, un strato
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato
mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.
Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera
no sabía que la primavera duraba un segundo
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante
al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.
Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes
dando clases en una academia de cantos de cisne
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?
Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera
heredé una botella de ron de un clochard moribundo
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
Nunca pude cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en pena
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.
Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.