Puedo esperar mil años más tu civilización,
o quedar otra vez al revés de tu mundo.
Puedo esperar mil años más tu colonización,
o rendirme esta noche al peor mercader.
Puedo escapar mil años más del tiempo de mi reloj,
y esperar que tu tiempo se encargue de vos.
Puedo curar mil años más tus heridas
sin saber cómo cicatrizar las mías.
Puedo esperar mil años más parado en el malecón
y encerrarme en la libertad de la ciudad que espera.
Puedo pararme en la plaza de la revolución
y esperar que el compa nos diga el camino a seguir.
Un ángel vendrá para curar mis penas,
que siento el orgullo de la gente que ha muerto por mí.
Entre el bien y el mal, la necesidad no tiene compasión,
somos el último vagón de un tren que no tiene fin.