El día en que tú y yo nos encontramos, bailábamos los dos rozando el precipicio.
La noche en que juramos olvidarnos, lo hicimos como aquel que deja un vicio.
Buscando cura en abrazos extraños, vomitando humo, compartiendo engaños.
Fuimos juez y parte, causa y solución, mano inocente y silencio culpable.
Cuanto tiempo hay que seguir hablando,
si las palabras no encuentran destino y no hay razones para seguir soñando,
si tú ya te has ido.
La noche en que aprendí a decir tu nombre, el mio se quedó enganchado entre tus labios.
La última mañana llegó de un golpe, tú roto el corazón, yo lleno de arañazos.
Yo juro que te olvido, tú me borras de tu corazón tatuándome en tu espalda.
Como un espejo roto, como un cajón vacío, como tus lagrimas corriendo por la almohada.
Cuanto tiempo hay que seguir hablando, si las palabras no encuentran destino,
ya no hay razones para seguir soñando, si tú ya te has ido.
Se acabaron las noches en blanco, ya no hay caricias dichas al oído,
hemos cambiado los domingos de abrazos, por lunes de olvido.
Cuanto tiempo hay que seguir hablando, si las palabras no encuentran destino,
ya no hay razones para seguir soñando, si tú ya te has ido.
Se acabaron las noches en blanco, ya no hay caricias dichas al oído,
hemos cambiado los domingos de abrazos, por lunes de olvido.
Cuanto tiempo hay que seguir hablando, si las palabras no encuentran destino,
ya no hay razones para seguir soñando,
si tú ya te has ido.