Existen dos cristales
para descubrir el mundo,
existen siempre mil males
que son buenos para el zurdo;
personas que desean
que el cosmos se haga normal,
personas que imploran
que no lo sea ya.
Ilusos que hoy arrojan
a la fuente sus monedas,
realistas que no duran
en mojarse y cogerlas.
Por eso yo te digo
que hay dos tipos de dialecto,
que hay dos tipos
de secretos, fundidos en uno mismo.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
al duende que está ahí,
en ti.
Tenemos dos mitades
separadas por un hilo
y ese hilo, por su parte,
mil cantones divididos.
Buscamos, insaciables,
lo sincero de nosotros,
la facción incorruptible,
lo que es sólido en todos:
El átomo que diga
que tiremos las monedas
a esa fuente cristalina
donde el cosmos se genera.
Por eso yo te digo
que hay dos tipos de dialecto,
que hay dos tipos
de secretos, fundidos en uno mismo.
No, no, no, no.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
al duende que está ahí,
en ti.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
al duende que está ahí,
en ti.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
a ese duende que está ahí,
a ese duende que vive en ti.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
al duende que está ahí,
en ti.
No.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
al duende que está ahí,
en ti.
No, no, no, no.
No es fácil elegir
dos mil formas de sentir,
dos mil formas de vivir;
tendrás
que aprender a escuchar
al duende que está ahí,
en ti.
En ti.