El sol sale en la playa. Calma para pescadores que empujan su barca,
pero algo raro pasa.
Oyen a los drones, luego ven venir las bombas.
Abandonan la mar, hoy traen hambre a casa.
Israel dispara para que nadie salga a pescar.
A pesar del apartheid no se sacian.
De vuelta, humillaciones, aportaciones de Hannah Arendt ninguneadas,
y en Aida Camp nada cambia.
Al-jazzera avista otra víspera en llamas.
La alarma suena en Hebrón, nerviosismo en Ramallah.
Zona A con derecho a intervención.
Abusos, registros nocturnos, para que sepas quien manda.
Sé de soldats matant de molt bon grat,
malgrat que han al•legat fer-ho en nom de llibertat.
Sé de malalts mirant els primers que fan,
a l'arena tumbats, a una pantalla gegant.
I la matança revifa i això esgarrifa.
Però passa la manifa, i tu, ni fu, ni fa.
Compra al sionista tifes i enganyifes,
i les teves mans de sang s'empastifaran.
Fan, fan, com si res i van passant anys.
D'Israel l'aparthaid causant morts i danys.
Gaza és un parany, Cisjordania un esborrany,
i el sionista fa plany del passat nazi alemany.
¡Y reventaron la puerta!
Cinco sionistas contra un menor de edad sin dar opción a la reyerta.
La madre da la alerta y no va a haber piedad,
y el chaval sin potestad hoy se enfrenta a la perpetua.
Esto y restos de ruina es lo que queda
después del toque de queda, tras un muro y su vergüenza.
A sus colegas les apresan bestias en el checkpoint.
Iban a la escuela. Es su tierra, pero no hoy.
No boy, el soldado ha pensado en darle mejor uso.
El obtuso puso de escudo a su recluso.
Mas tal militar está confuso,
es lo que tiene entrar en una casa llamando al inquilino intruso.
Otro crimen de guerra que celebra Tel Aviv.
Se comporta cual Goliat quien antaño fue David.
En la escena europea los gobiernos aprovechan el momento
y venden armamento al lobby israelí.
Y así ¿quién va a exigir una condena?
Si se escampa la sangre a borbotones por las manos de esas hienas.
Cien más, en un ataque aéreo sobre Gaza.
Unos juegan a pelota y otros pilotan un caza.
Y el final ya te lo sabes, periodismo burgués.
Lo dice TV3, terroristas son los árabes.
Ahora ves y llora,
que el pueblo palestino en vilo sigue unido y grita "¡Falastin horra!".
Occidente de espaldas
mientras en oriente silban balas,
caen las bombas, cavan tumbas,
brotan llantos de rabia.
Un olivo, una rama, un grito de esperanza,
un frío que cala, un olvido que avanza.
¿Quién vence? ¿Con qué bando haces negocio?
¿Y qué es eso rojo en las manos de tu socio?
Cerca de una frontera que amenaza con engullir otra población,
un soldado dispara al rebaño de un pastor,
y en la televisión no te hablan de invasión,
la humillación ni la mencionan, lo normal en la región.
Normalizando la agresión, adquiriendo la indefensión.
Y al otro lado del mundo, en el sofá del salón,
un español mirando el fútbol, no siente indignación,
ni si quiera preocupación, puto androide sin corazón,
no empatiza. "Ellos tienen otro idioma y otra religión,
son de otro color, van de otra guisa".
Un problema que está lejos, no interesa.
Sentados a la mesa, la puta caja negra escupe cifras y deshumaniza.
Pero un muerto antes de muerto era una vida
y tenía familia. Pensar en eso atormenta.
Alivia más la mentira del telenoticias,
total, "algo habrán hecho si los llaman terroristas".
Defiendo mi tierra desde Gaza hasta Nablus.
Llevo una hatta, una faruab, sandalias y un dabbús.
Maldigo las armas, maldigo al padre del dinero.
Maldigo a Netanyahu, a Simon Peres y a George Bush.
Esto no es Hollywood. Tenemos sangre y lágrimas.
Esto es la verdad amarga. Solo Occidente está contento.
Ningún rey o presidente, árabe o extranjero
ha movido un dedo por defender a Palestina.
Los sionistas mueven el mundo, y el mundo mira las noticias.
El gazauí mira el cielo, esperando la destrucción.
Allah es grande, y los árabes duermen.
Los han dormido. ¿Sabes quién? ¿Quién? Los sionistas.
Y mientras corre el tic-tac cae otra bomba
sobre una granja en la franja de Gaza,
derrumba otra casa y aplasta
a una familia entera que convierte en argamasa
del bunker moral del estado terrorista de Israel,
que justifica este genocidio con aquél.
Un rabioso "¡empezó él!" espeta,
como un niño mimado que no respeta, pero no son juguetes son metralletas
lo que sostienen sus esbirros, también apenas críos,
servicio militar pegando tiros.
Con dieciocho añitos a matar vecinos...
El estado judío te hizo el lío, tío.
Y en la televisión lo llaman guerra.
Matar moscas a cañonazos en una ratonera
por un pedazo de tierra, lo llaman guerra y la llaman santa,
y tanta matanza se nos atraganta