Ese día un día llegará,
no será pronto ni tarde.
Cuando no queda cerilla ya,
es el dedo lo que arde.
Lo que sube habrá de descender
y, aunque mientras la escalada
no es cuestión de mirarse a los pies,
no sé yo si esta cordada ha pensado en la bajada.
Que si ese día la tortilla da la vuelta,
veréis qué pocos nos quedamos en cubierta.
El uno, el dos, el tres y para de contar,
que al escondite inglés se han puesto los demás.
El uno, el dos, el tres y para de cantar,
porque a ninguno le interesa escuchar.
Aunque en foto aparentemos más,
somos sólo tres polillas
que, de tanto dar contra el cristal,
se han colado en la bombilla.
Hasta que la luz de este quinqué
no sea lo que era,
y se encienda sólo para que
se la vea desde fuera, como la de la nevera.
Si de ese cuajo la tortilla da la vuelta,
veréis qué pocos nos quedamos en cubierta.
El uno, el dos, el tres y para de contar,
que al escondite inglés se han puesto los demás.
El uno, el dos, el tres y para de cantar,
porque a ninguno le interesa escuchar.
Y quizá volvamos al local
a cantar para nosotros
lo de "Hoy no me puedo levantar",
y dejar que esa chorrada nos empañe la mirada.
Lágrimas de agua pasada... despintando la fachada.