Me mostraste el infinito
adentro de tu mirada
y allí me pasé mil días
mil noches y madrugadas
mi cuerpo fue el templo tuyo
y el tuyo fue el mundo mío
y juntos en el invierno
fuímos calor el frío.
Los ríos de las montañas
con sus piedras ancestrales
fueron los testigos vivos
del amor y sus rituales
y como los manantiales
fuímos brotando a la vida
fluyendo con la corriente
por tierras desconocidas.
Y si ahora nuestros caminos
toman rumbos separados
yo le agradezco al destino
por habernos encontrado
y por más que sea difícil
soltarse y dejarse ir
sabemos que es ley de vida
morir para revivir.
Incluso vistiendo ropas
supimos estar desnudos
y apesar de las espadas
nunca cargamos escudos
en lo profundo del otro
encontramos algo propio
y explotaron los colores
como en un caleidoscopio.
El tiempo sabrá mostrarnos
con calma y sabiduría
por qué nos parece amarga
ahora su melodía
y por más que nos parezca
que todo es tan disonante
los acordes de la vida
resuenan en cada instante.
Eeehhh... Ooohhh... Aaahh... Ooohhh...
Las ventanas de mis ojos
jamás se van a cerrar
al misterio de tu luz
que me enseñó como amar.
Las ventanas de mis ojos
jamás se van a cerrar
al misterio de tu luz
que me enseñó como amar.