Se cruza conmigo por la calle, se me queda mirando por ver si la saludo.
Sabiendo que para mí está muerta, que para mí no existe ni ella ni lo suyo.
Que pronto pretende que me olvide, de tanta humillación y de tanto sufrimiento.
Que pronto pretende que perdone y borre todo el odio que le guardo en mis adentros.
Y aun así comprendo su cinismo, comprendo que no viva con cargo de conciencia.
Que puedes esperar de una persona, que no tiene vergüenza.
No tienes vergüenza, si por un momento tan solo as creído, que tú y yo podemos quedar como amigos.
No tienes vergüenza, si crees que algún día, tardío y lejano, se van a estrechar otra vez nuestras manos.
No tienes vergüenza, no voy a enterrar nunca el hacha de guerra, serás mi enemiga en el cielo y la tierra.
No tienes vergüenza, contándole a todos tu arrepentimiento, que falso resulta tu remordimiento. No tienes vergüenza.
Y además pretende, con mentira, que encima la perdona por su mala cabeza, que puedes esperar de esa persona, sí no tiene vergüenza.
No tienes vergüenza, si por un momento tan solo as creído, que tú y yo podemos quedar como amigos.
No tienes vergüenza, si crees que algún día, tardío y lejano, se van a estrechar otra vez nuestras manos.
No tienes vergüenza, no voy a enterrar nunca el hacha de guerra, serás mi enemiga en el cielo y la tierra.
No tienes vergüenza, contándole a todos tu arrepentimiento, que falso resulta tu remordimiento. No tienes vergüenza.