Ambos juramos querernos, amarnos,
y prometimos aquel sacrilegio ante un crucifijo. Yo pagaré la culpa de los dos,
imploraré al cielo su perdón.
Tú seguiras fingiendo ser buena,
farsantemente sembrando la maldad.
Porque creí en tu juramento,
yo te adoré a pesar de todo, toda tu livianda. Y si la muerte me toca primero,
suplicaré que tu también vayas.
A ver si así, ante el poderoso,
puedas negar todas tus maldades.
Con mi sufrir iré por la vida,
cual hojas que al viento vuelan sin retorno.
De pueblo en pueblo iré pregonando,
que eres muy voluble, que no tienes alma.