Al llegar la estacion cariñosa
donde alegres cantaban las aves
vamos pues mi querida Rosita
a escuchar esos dulces cantares.
Ya cayo un pajarillo silvesre
ya cayo un pajarillo jilgero
ya cayeron un par de gorriones
ya cayo el gavilan prisionero.
Cuando a mexico vaya Rosita
a venderlos a la capital
cinco pesos sera el menos precio
que ellos puedan valer por alla.
Si al pasar te pregunta una dama
que si son pajarillos silvestres
les diras que su tierra no es esta
que los traes de tierra caliente.
Ya se va mi querida Rosita
se despide con gusto y afan
soy señores la pajarerita
quien de ustedes con ella se va.
Ya lo sabes que soy pajarera
y que a diario me vivo en los campos
disfrutando de la primavera
de las aves y sus pulidos cantos.