En una esquina de mi barrio hay una tienda
que vende unas pastillas
para olvidar.
Los vecinos aseveran que su efecto prolifera
pero yo no las quise ni probar.
Pastillitas del olvido,
tengan el recuerdo vivo
de la noche
que la vi bailar.
Se movía como loca, inestable y caprichosa,
y era triste como mi cudad,
como mi ciudad.
Y yo, que te di todas mis noches
a vos,
sin lamentos ni reproches.
Te di, en las noches y los días,
mis mejores melodías
en las horas más tremendas de mi vida.
Yo te espero todavía,
yo creo que el olvido es una fantasía.
Y así, destinado a padecerte,
sigo loco como siempre,
inventando lo que sea para verte.
En un rincón de mi memoria, sobran noches de tristeza
poca gloria, y soledad.
Y en el hueco de los años más dorados,
caben tus ojos prestados
y un adiós para olvidar.
Pastillitas del olvido,
tengan el recuerdo vivo
de la noche
que la vi bailar.
Se movía como loca, inestable y caprichosa,
y era triste como mi cudad,
como mi ciudad.
Y yo, que te di todas mis noches a vos,
sin lamentos ni reproches.
Te di, en las noches y los días,
mis mejores melodías
en las horas más tremendas de mi vida.
Yo te espero todavía,
yo creo que el olvido es una fantasía.
Y así, destinado a padecerte,
sigo loco como siempre,
inventando lo que sea para verte.
Yo, que te di todas mis noches
a vos,
sin lamentos ni reproches.
Bailá tu milonga preferida,
que está oscuro todavía
que amanece y se nos acaba la vida.
Yo te espero todavía, yo creo que el olvido es una fantasía.
Y así, destinado a padecerte,
sigo loco como siempre,
inventando lo que sea para verte.